Luna se puso
a reflexionar sobre el consejo de Pompa.
—¿Qué dones
me ha ofrecido a mí la vida para superar
las adversidades? ¿Qué lecciones me ha enseñado hasta ahora? —Entonces, una idea
irrumpió en su mente —Montaré mi propia empresa: Clases de insultos y desprecios.
Las calles
se cubrieron de carteles anunciando el nuevo negocio. Ella dirigía las clases
con maestría y tenacidad y se sentía plenamente realizada. Pero el arte del
vituperio y el escarnio es tan fino y elegante que tuvo poca acogida entre el
pueblo llano, que no disponía de tiempo ni de dinero para el estudio y se
conformaba con utilizar improperios aleatorios en su vida cotidiana. Estaba
bien para ganar un dinero extra, pero si quería abandonar la morada de sus
padres, tendría que buscar un trabajo estable. La imposibilidad de ganarse la
vida enseñando la Ciencia del Oprobio la dejó destripada. Sintiéndose incapaz
de superar otro fracaso, pensaba en quitarse la vida. Pompa, que estaba al
tanto de sus desventuras, la reprendió.
—¡Cómo te
gusta la tragedia, bonita! ¡Ya no sé qué hacer contigo! Vamos a invocar a la
Gran Maestra, a ver si nos da una solución.
Luna y Pompa esperaron a que los malvados
progenitores se durmieran. Diez minutos antes de la medianoche, prepararon la
invocación en el salón de la casa. Colocaron unas velas en el suelo formando un
hueso de muslo de pollo y, en el medio, pusieron una salchicha de Frankfurt,
snack favorito de la Gran Maestra. Se sentaron cada una en un extremo del hueso
y, tras una hora de meditación, la salchicha se desvaneció y se manifestó la
Gran Maestra.
—¡Oh! Gran
Leona, tú que fundiste la fealdad del Pekinés y la belleza del Pomerania para
reencarnarte en el ser más hermoso de todos los tiempos, ayuda a tu protegida,
que está sufriendo una crisis existencial y no encuentra su lugar en el mundo, te lo ruego —imploraba Pompa.
—¡Oh! Pompa,
perra redonda, pelota y aduladora, cállate, te lo suplico. ¡Oh! Luna,
pusilánime humana, mira a tu alrededor y pregúntate: ¿Por qué no merezco
prosperidad y gloria? ¿Qué tienen los que triunfan que no tenga yo? “No te
compares con los demás”, dicen los sabios. ¡Tonterías, digo yo! Compárate, si
eso te va a ayudar. Y si de verdad quieres algo, demuestra que lo mereces y lo
conseguirás.
Dicho esto, la Leona
se rascó la oreja con saña y se esfumó. Antes de irse a dormir, Pompa y
Luna encendieron una vela junto a un trozo de tocino para apaciguar la ira de
la Gran Maestra.

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