martes, 27 de junio de 2017

Capítulo II



Luna se puso a reflexionar sobre el consejo de Pompa.
—¿Qué dones me ha  ofrecido a mí la vida para superar las adversidades? ¿Qué lecciones me ha enseñado hasta ahora? —Entonces, una idea irrumpió en su mente —Montaré mi propia empresa: Clases de insultos y desprecios.
Las calles se cubrieron de carteles anunciando el nuevo negocio. Ella dirigía las clases con maestría y tenacidad y se sentía plenamente realizada. Pero el arte del vituperio y el escarnio es tan fino y elegante que tuvo poca acogida entre el pueblo llano, que no disponía de tiempo ni de dinero para el estudio y se conformaba con utilizar improperios aleatorios en su vida cotidiana. Estaba bien para ganar un dinero extra, pero si quería abandonar la morada de sus padres, tendría que buscar un trabajo estable. La imposibilidad de ganarse la vida enseñando la Ciencia del Oprobio la dejó destripada. Sintiéndose incapaz de superar otro fracaso, pensaba en quitarse la vida. Pompa, que estaba al tanto de sus desventuras, la reprendió.
—¡Cómo te gusta la tragedia, bonita! ¡Ya no sé qué hacer contigo! Vamos a invocar a la Gran Maestra, a ver si nos da una solución.
Luna y Pompa esperaron a que los malvados progenitores se durmieran. Diez minutos antes de la medianoche, prepararon la invocación en el salón de la casa. Colocaron unas velas en el suelo formando un hueso de muslo de pollo y, en el medio, pusieron una salchicha de Frankfurt, snack favorito de la Gran Maestra. Se sentaron cada una en un extremo del hueso y, tras una hora de meditación, la salchicha se desvaneció y se manifestó la Gran Maestra. 

—¡Oh! Gran Leona, tú que fundiste la fealdad del Pekinés y la belleza del Pomerania para reencarnarte en el ser más hermoso de todos los tiempos, ayuda a tu protegida, que está sufriendo una crisis existencial y no encuentra su lugar en el mundo,  te lo ruego —imploraba Pompa.
—¡Oh! Pompa, perra redonda, pelota y aduladora, cállate, te lo suplico. ¡Oh! Luna, pusilánime humana, mira a tu alrededor y pregúntate: ¿Por qué no merezco prosperidad y gloria? ¿Qué tienen los que triunfan que no tenga yo? “No te compares con los demás”, dicen los sabios. ¡Tonterías, digo yo! Compárate, si eso te va a ayudar. Y si de verdad quieres algo, demuestra que lo mereces y lo conseguirás.
Dicho esto, la Leona  se rascó la oreja con saña y se esfumó. Antes de irse a dormir, Pompa y Luna encendieron una vela junto a un trozo de tocino para apaciguar la ira de la Gran Maestra.

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La oscuridad está dentro de tí. Puedes encender todas las luces que quieras, pero sabes que siempre estará ahí aunque nadie la pueda ver.